Tomar en serio el patrimonio

Paul Newman y Robert Redford en "El golpe"
Paul Newman y Robert Redford en «El golpe». Fuente: https://crimereads.com/the-sting/

Printed in 21 de diciembre de 2024  Print

Antonio Cruces Rodríguez

No pretende ser en absoluto esta breve disertación un artículo al uso, en el que se intente mostrar el proceso de descubrimiento o identificación de un fenómeno, profundizando en métodos, causas y consecuencias. Tampoco sigue un modelo canónico de redacción ni se viste con el ropaje formal del documento académico. Su propósito principal es la provocación. Legatum trata de ser centro para la elaboración de juicio, cauce de pensamiento y canal de ideas y propuestas, y el presente texto no buscará más que hacer pensar a sus lectores.

Comenzar a reflexionar sobre un asunto requiere un punto de partida, por descontado. Y no siempre ha de ser algo directamente relacionado con el tema que se desea abordar. Se trata de usar, a modo de estribo, un cebador que cargue el mecanismo de la razón en la dirección correcta. Y, en este caso, una ligera lectura y un hito de la historia del cine pueden servir para abrir el melón de las políticas culturales como herramienta de protección del patrimonio.

Es difícil olvidar The sting 1, la genial película, dirigida en 1973 por George Roy Hill y protagonizada por Newman y Redford. En ella el desarrollo de la historia se divide en partes: «the players», «the set-up», «the hook», «the tale», «the wire», «the shut-out» 2 y «the sting»; o, traducido muy libremente, los jugadores, los preparativos, el anzuelo, el cuento, el sedal, el engaño y el golpe 3.

Así pues, animo iocandi y emulando a David Schad Ward, quien fuera guionista de semejante maravilla del séptimo arte, este breve opúsculo, que no pretende ser exhaustivo sino, como se ha dicho, más bien incitante o provocador, adoptará una estructura similar y subdividirá su contenido en esas secciones, agrupando algunas de ellas en aras de la funcionalidad. Sin más dilación, ¡que comience el espectáculo!

Los jugadores

En 2818 la revista PH, del Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico, publicó un interesante artículo 4 que transcribía una entrevista con Catherine Magnant, consejera de la unidad de Cultura y Creatividad de la Dirección General de Educación, Juventud, Deporte y Cultura de la Comisión Europea. El leitmotiv de la conversación giraba en torno a la celebración del evento EYCH, Año Europeo del Patrimonio Cultural –por sus siglas en inglés–. Pionera en su terreno, si bien con suficiente preparación en el ámbito de las relaciones internacionales y demostrada experiencia en empleo y asuntos sociales, esta mujer no dio puntada sin hilo en las escasas cinco páginas que comprende el texto, aunque, y como era de esperar, utilizando con profusión lo que el insigne –pero ya provecto– sociólogo Amando de Miguel denominara con acierto «lenguaje politiqués».

Catherine Magnant

Catherine Magnant. Charter. European Cultural Heritage Skills Alliance. https://charter-alliance.eu/interview-with-catherine-magnant-european-commission-directorate-general-for-education-and-culture/

De hecho, tal vez lo más relevante a los propósitos de este breve artículo se esconde a plena vista y al final de la charla. Afirma que la Comisión es totalmente consciente que en la fuerza laboral de la Unión Europea hay un peso importante, en números absolutos, del sector directamente relacionado con el patrimonio cultural, alrededor de 300.000 trabajadores, y que los empleos indirectos generados por esta actividad se aproximan a los 8 millones 5. Esas cifras son, sin duda, notables: un 3,7% de la población activa de los cerca de 500 millones de ciudadanos de la Unión no es en absoluto para tomarla a broma.

Pero lo que llama la atención es una propuesta biensonante aunque mucho es de temer que no pase de las meras palabras.

[…]hay que fomentar que los trabajos relacionados con el patrimonio sean de calidad, evitando cualquier tipo de especulación o precarización. 6

A instancias del entrevistador, Magnant abunda, siquiera brevemente, sobre la cuestión, a nuestro juicio muy importante, del potencial económico del patrimonio cultural cuando puede ser explotado como recurso turístico. No en vano universidades como la de Málaga ofrecen estudios específicos sobre la materia.

PH afina la pregunta hablando acerca de la gentrificación 7 y su influencia como factor degradante del bien que se pretende poner en valor. La francesa responde subrayando la importancia de «repartir» los movimientos turísticos en un campo más amplio.

Señalar la importancia real, histórica, social, artística y cultural, de sitios desconocidos por el gran público puede ser una manera de contribuir a generar unos movimientos turísticos más fluidos y beneficiosos para las comunidades que habitan las ciudades. De este modo se evita la masificación y se reparten de modo más equilibrado los beneficios 8.

Es decir, que se trata de diversificar los flujos de visitantes lo máximo posible, para lo que es perentorio visibilizar el patrimonio disperso, no tanto el que se concentra en los grandes polos de atracción habitualmente comercializados por touroperadores y agencias.

Ya tenemos, pues, los personajes: trabajadores del ámbito del patrimonio, bienes culturales y turistas.

Los preparativos

Abarcar todo el panorama europeo en una brevísima reseña como esta sería vana ambición. Entre otras cuestiones, para nada triviales, por la –aunque parezca increíble– dificultad para obtener valores fiables y comparables de todos los parámetros considerados para el ámbito de la UE, especialmente, cabe decir, en el asunto de los bienes culturales; Eurostat no ayuda al respecto como debiera, y las legislaciones protectoras no son homologables en todos los casos, si bien eso es materia suculenta para ulteriores pesquisas en el mundo del patrimonio. Esta es la razón primaria para centrar el objetivo en España.

Poner en su lugar a cada uno de los protagonistas es muy conveniente antes de desplegar la trama. Y los bienes de interés cultural (BIC) son, o han de ser, los primeros en esta tarea. Recientemente 9, una importante agencia de noticias afirmó que se habían duplicado en las primeras dos décadas del siglo, y es totalmente cierto, si bien, y como se puede apreciar el la ilustración adjunta, son los bienes muebles 10 los que «tiran del carro» a la hora de elevar las cifras de BIC registrados.

Evolución BIC muebles e inmuebles 2000-2016

Evolución BIC muebles e inmuebles 2000-2016. Fuente: Europa Press https://www.europapress.es/sociedad/noticia-dia-monumentos-bienes-interes-cultural-duplicado-2000-20180418184806.html

La mencionada agencia de noticias incluye una curiosa estadística, que si bien no es significativa per se, porque lo que exhibe carece de sentido como valor relevante a la hora de medir el impacto del patrimonio en su entorno, sí resulta atractiva para comparar esfuerzos de una parte de la sociedad. Más adelante se explicará la cuestión. Por el momento, baste el mapa de BICs con protección 11 por cada 10.000 habitantes que figura en la imagen siguiente.

BICs inmuebles per cápita por Comunidades Autónomas

BICs inmuebles per cápita por comunidades autónomas. Fuente: https://www.europapress.es/sociedad/noticia-dia-monumentos-bienes-interes-cultural-duplicado-2000-20180418184806.html

Quede avisado el lector de tomar nota sobre el hecho de que Madrid, la Comunidad Valenciana, Cataluña, Castilla-La Mancha y Asturias, entre otras, no figuren con una ratio elevada de BICs por persona.

El panorama se muestra prometedoramente halagüeño, al menos en cuanto se refiere a bienes culturales. Veamos ahora el tema de trabajadores en el «gremio patrimonial», por así decirlo.

Los guarismos son elocuentes, al menos en el caso español. El Ministerio de Cultura y Deporte (o su homólogo, puesto que cambia de denominación con cierta frecuencia) ha venido, al menos desde 2005, publicando un Anuario de Estadísticas Culturales 12. Recoge valores recopilados por el Instituto Nacional de Estadística y los pone en contexto.

Dejando aparte que el porcentual global es notablemente similar al ya citado de la UE (3,6% para 2018), cabe decir que el desagregado no es especialmente cuidadoso: en la página 60, bajo el epígrafe 1.4. Empleo medio anual cultural por ocupaciones, se citan 32.400 personas como «archivistas, bibliotecarios, conservadores, afines y ayudantes», pero en la página siguiente, en concreto en 1.6. Empleo medio anual cultural según sexo por actividades económicas,  mezclan dos conceptos bien distintos: «actividades de bibliotecas, archivos, museos, otras instituciones culturales, edición de libros, periódicos y otras actividades editoriales». En este caso, el valor, como era de esperar, sube hasta los 87.600 para 2018.

En esas tablas numéricas, el MCD (1.3. Empleo medio anual cultural por actividades económicas 13) cuantifica como «actividades de bibliotecas, archivos, museos y otras instit. culturales» 44.200 personas, de las cuales, como se ha dicho, 32.400, el 73%, tendrían cualificación suficiente como para ejercer tareas que exigen un nivel académico universitario o equivalente.

El reparto por comunidades autónomas de los valores globales, que, como se ha mencionado, incluyen actividades ajenas a la protección y cuidado directo del patrimonio, incluso así plantea interesantes cuestiones que más adelante se abordarán. La siguiente tabla comparativa puede contribuir a aclarar el asunto.

Comparación 2018-2019. Empleo en sector cultural. % de población activa por comunidades autónomas

2018 2019 DIF S/MED 2019
Andalucía 3,1 3,1 0,0 -0,1
Aragón 2,3 2,6 0,3 -0,6
Asturias (Principado de) 2,8 2,6 -0,2 -0,6
Balears (Illes) 3,4 4,3 0,8 1,1
Canarias 2,9 3,5 0,6 0,3
Castilla y León 2,4 2,3 -0,1 -0,9
Castilla-La Mancha 2,7 2,5 -0,2 -0,7
Cataluña 4,4 4,5 0,1 1,3
Comunitat Valenciana 3,3 3,0 -0,3 -0,2
Galicia 3,2 3,1 -0,1 -0,1
Madrid (Comunidad de) 5,4 5,3 -0,1 2,1
Murcia (Región de) 2,3 2,4 0,1 -0,8
Navarra (Comunidad Foral de) 3,0 3,1 0,1 -0,1
País Vasco 3,2 3,1 -0,1 -0,1
Cantabria, Extremadura, La Rioja, Ceuta y Melilla 2,2 2,2 0,0 -1,0
PROMEDIO 3,1 3,2 0,1

Porcentaje de empleo en sector cultural sobre población activa. DIF = Diferencia 2019 – 2018; S/MED 2019 = Diferencia 2019 – promedio. Fuente: División de Estadística y Estudios, Secretaría General Técnica (2020), pág. 60.

Puesto que afirma el viejo adagio que una imagen vale más que mil palabras, se muestra a continuación la evolución del empleo cultural 14 entre 2013 y 2019 por comunidades autónomas.

Empleo medio anual cultural por comunidad autónoma, 2013-2019

Empleo medio anual cultural por comunidad autónoma, 2013-2019. Fuente: elaboración propia

Nuestro tercer actor principal, el turista, presenta particularidades a la hora de tomarle medidas. Para empezar, y ya se ha visto que sucede en el caso del empleo, el desagregado del Anuario difiere del utilizado con anterioridad, por lo que las cifras deben ser tratadas aparte. Este artículo usará, a modo de referencia (sin pretensiones de precisión, pero sí de ilustración) el número de viajes culturales de residentes en España según destino.

Viajes de residentes en España realizados principalmente por motivos culturales según destino (x 1000)

COMUNIDAD AUTÓNOMA AÑO 2018 AÑO 2019 DIF
Andalucía 1.981,2 2.258,0 276,8
Aragón 478,7 523,9 45,2
Asturias (Principado de) 254,9 237,8 -17,1
Balears (Illes) 90,0 100,6 10,6
Canarias 157,5 224,5 67,0
Castilla y León 1.016,7 1.272,9 256,2
Castilla-La Mancha 550,3 606,7 56,4
Cataluña 901,8 765,4 -136,4
Comunitat Valenciana 482,8 518,8 36,0
Galicia 518,4 573,8 55,4
Madrid (Comunidad de) 1.195,1 1.279,8 84,7
Murcia (Región de) 86,4 73,4 -13,0
Navarra (Comunidad Foral de) 151,4 172,6 21,2
País Vasco 454,1 500,5 46,4
Cantabria, Extremadura, La Rioja, Ceuta y Melilla 700,4 833,6 133,2
TOTAL 9.019,7 9.942,3 922,6

Fuente: División de Estadística y Estudios, Secretaría General Técnica (2020), pág. 185.

Un poco de perspectiva nunca viene mal para apreciar el impacto de estos números. La siguiente imagen dibuja el porcentaje diferencial 2018-2019 para esa magnitud por comunidades autónomas.

Diferencial de visitantes 2018-2019 por comunidades autónomas (en %)

Diferencial de visitantes 2018-2019 por comunidades autónomas (en %). Fuente: Anuario de Estadísticas Culturales 2020. Elaboración propia

Interesa especialmente la evolución negativa de Asturias, Cataluña y Murcia, y la tal vez no tan sorprendente, pero sí al menos inesperada, subida meteórica de Canarias. Y ténganse en cuenta las fechas de la estadística, anteriores a las negativas circunstancias que han acarreado restricciones de movimientos por razones sanitarias.

Como hubiera dicho Agatha Christie en alguna de sus novelas, ya están señaladas todas las dramatis personae. Ahora conviene desplegar el plan y observar la evolución de los acontecimientos, prestando viva atención a las relaciones entre los intervinientes, que son, en realidad, la clave del asunto.

El anzuelo, el cuento y el sedal

No versan estar líneas sobre denuncias ni acusaciones o insinuaciones de malas prácticas. Pero sí evocan, y esa es su intención, la frase –erróneamente atribuida a Benjamin Disraeli– que popularizó Mark Twain en su autobiografía, cuando afirmó 15 «Las cifras a menudo me engañan, particularmente cuando tengo que arreglarlas yo mismo. […]Hay tres tipos de mentiras: mentiras, malditas mentiras y estadística».

En el mundo del tercer milenio la trascendencia de la difusión de la información ha alcanzado cotas impensables hace escasas fechas en términos históricos. Y nótese que el hecho relevante no es la información en sí misma, ni solamente su profundidad y cantidad, sino su difusión, el alcance casi universal de sus contenidos.

Esto es, al mismo tiempo, un potente instrumento que puede facilitar la propaganda –en el sentido clásico de origen religioso, próximo al apostolado o la exégesis– por parte de instancias gubernamentales u oficiales, pero también una afilada herramienta analítica que permite al público interesado moverse con soltura en las aguas procelosas del discurso público, cuya finalidad última no siempre es legítima perseguidora de verdades y realidades, y que muchas veces trata más de ocultar errores, fallos de cálculo o malas interpretaciones que de presentar los hechos desnudos.

El loable esfuerzo del ministerio español del ramo cultural (o MC; ya se ha señalado que sus frecuentes cambios de nomenclatura, al ser un departamento comodín desde el punto de vista político, dificultan emplear una terminología homogénea) al publicar su Anuario, basado en recopilaciones computadas por el Instituto Nacional de Estadística, da sus frutos si se tiene la paciencia de usarlos.

Uno de esos elementos a observar se ha señalado en la primera imagen de este articulillo. La agencia de noticias que lo elaboró 16 toma datos hasta 2016. No obstante, el Anuario 2020 17 contiene valores más inquietantes a la hora de hacer recuento de BICs protegidos.

Javier Bermúdez, profesor de Derecho Administrativo en la Universidad Autónoma de Madrid, afirma lo siguiente en un reciente artículo.

En estos últimos años de crisis económica las Administraciones públicas han planeado hacer caja mediante la explotación o enajenación en su caso de los bienes culturales de titularidad pública, en algunos casos en España, como la enajenación por el Ayuntamiento de Madrid, de un lote de cuadros de Tapiès, Chillida o Miró, adquiridos «para decorar despachos»; o en el exterior, la venta de obras del Instituto de las Artes de Detroit para salvar la bancarrota de la casa, o de los cuadros de Andy Warhol que pertenecían a una cadena de casinos filial de un banco público del Estado federado alemán de Alemania del Norte-Westfalia, o la venta en Portugal de 85 cuadros de Joan Miró en poder del Estado portugués tras la nacionalización del BPN.

Asimismo, la desprotección de los bienes culturales, aun cuando no sean públicos sino privados, se está produciendo mediante su descatalogación, de forma que ceden ante mayores intereses económicos, normalmente los urbanísticos, presentes tanto en la actual época de crisis económica como en la previa fase de riqueza aparente 18.

Alguien podría pensar aquello de que «es un caso aislado», o «solo pasa con cuadros y patrimonio mueble», pero se equivocaría. Veamos lo que recoge el Anuario del MC 2020 (página 267).

Bienes inmuebles inscritos como Bienes de Interés Cultural por comunidad autónoma

P AÑO 2015 AÑO 2016 AÑO 2017 AÑO 2018 AÑO 2019 DIF 2019-2018
D 15.416 15.582 15.685 15.742 15.610 -0,8%
I 1.886 1.868 1.894 1.879 1.589 -15,4%
T 17.302 17.450 17.579 17.621 17.199 -2,4%

P = Grado de protección: D = Declarados; I = Incoados; T = Totales. Fuente: División de Estadística y Estudios, Secretaría General Técnica (2020), pág. 267.

Un descenso para 2019 en los BIC totales del 2,4% con respecto a 2018 no es baladí en absoluto; pase la reducción de incoaciones, por desestimación o cambio de situación pero ¿y los declarados? Considérese también que hablamos de inmuebles; es decir, que salvo destrucción o modificación de grado protector no es fácil discernir a qué se debe tal descenso. ¿Cabe averiguarlo? Sin duda, pero no sin esfuerzo. Para empezar, las propuestas de declaración e incoación provienen de las respectivas comunidades si disponen de competencias (la inmensa mayoría). Por otra parte, acceder a cada expediente se debe hacer de forma individual, previa solicitud, que, como es lógico, habrá de estar razonada. No se discute la necesidad de tales salvaguardas, pero tampoco parecen casar con la pregonada –y por supuesto deseable– transparencia de la que las administraciones públicas han de hacer gala.

Una particularización interesante a la hora de evaluar el impacto de las políticas culturales es el número de BICs declarados. A los efectos de este documento solo vamos a considerar los que figuran oficialmente en Francia, Italia y España. Las diferencias, al menos aparentemente (dada la dificultad de obtener datos fiables) son arrolladoras.

Monumentos, población y superficie en Francia, Italia y España

PAÍS BI R P E BI/H BI/E
Francia 45.285 2,6 65.236 633 6,9 71,5
Italia 220.176 12,8 60.466 302 36,4 729,1
España 17.199 1,0 46.791 506 3,7 34,0

Fuentes: Ministerio de Cultura (España), Ministère de la Culture (Francia), Ministero della cultura (Italia). BI = Bienes inmuebles; R = Ratio; P = Población (x 1.000); E = Extensión (x 1.000 km2); BI/H = BI por habitante; BI/E = BI por 1.000 km2. Elaboración propia.

Ya queda apuntado un elemento como poco sorprendente. Pero hay más. Eurostat, pese a sus carencias, en gran medida atribuibles a las deficiencias en el suministro informativo por parte de los miembros de la UE, es una fuente de datos de primerísimo orden. Abundando en torno a otro de los protagonistas de esta «película», las personas con empleo en el sector cultural, habría que destacar que la mayor parte de las metodologías estadísticas (incluyendo las europeas) mezclan churras con merinas y guardan en el mismo zurrón a quien hace de key grip en una película de Almodóvar, al conserje del Museo del Ejército, al fotógrafo freelance que trabaja para «La Vanguardia» y a la conservadora del Arqueológico Nacional. Pero aún con ese lastre los datos pueden ser significativos. Veamos las dos imágenes siguientes, confeccionadas a partir de datos Eurostat.

Empleo en el sector cultural. Países europeos. Todos los niveles educativos

Empleo en el sector cultural. Países europeos. Todos los niveles educativos. Fuente: Eurostat. Elaboración propia

Empleo en el sector cultural. Países europeos. Educación terciaria (universitaria)

Empleo en el sector cultural. Países europeos. Educación terciaria (universitaria). Fuente: Eurostat. Elaboración propia

Francia, Italia y España, bastante similares en cuanto a importancia de su patrimonio se refiere –no así en cuanto a número de inmuebles declarados BIC, como se ha visto– muestran cifras muy parejas de empleo cultural, con las salvedades metodológicas ya expresadas, como porcentaje de la población ocupada si se consideran todos los niveles formativos de los trabajadores 19, aunque situados en un percentil bajo en el conjunto de países considerados, si bien muy próximos a la media europea general.

Pero la cosa cambia al realizar el recuento solamente sobre trabajadores de nivel formativo terciario (universitarios y afines). Con esos parámetros, España se sitúa por delante de Francia aunque detrás de Italia, un punto por debajo, por ejemplo, de Alemania y Reino Unido, dos de Suiza y uno y medio de Países Bajos. Y eso considerando que en España, por ejemplo, es posible ser guía turístico solicitando una habilitación (aunque existen titulaciones de Formación Profesional y universitaria), mientras en Italia es imprescindible superar un curso de formación específico con un examen y en Francia suele ser necesaria la titulación superior.

Falta un participante en la charada para completar el elenco y poner la guinda en el pastel de esta especie de galería ferial de los espejos, en la que muchas de las figuras que se vislumbran no son lo que parecen ser: el turista 20, tomando como pie la tabla sobre viajes de residentes en España.

Lo primero que llama la atención es que, en una época de relativa bonanza económica (el periodo que abarca 2018 y 2019), el número de desplazamientos internos por motivos mayoritariamente culturales aumentó en tasas interanuales importantes en la mayor parte de Comunidades Autónomas, en casi todos los casos superando el 10%, con algunas notables excepciones por arriba y por abajo. Castilla y León y especialmente Canarias rompieron el techo con incrementos, respectivamente, de más del 25% y ¡del 42,5%! No hay intención de minusvalorar la región insular si afirmamos que esta última cifra no puede dejar de sorprender, entrando más la gigantesca riqueza arquitectónica y arqueológica castellano-leonesa en el ámbito de lo previsible. El suelo, sorpresivamente, fue rebasado en Asturias (más del 6% de descenso), Cataluña (15%) –en las razones de ese decremento puede pesar de forma notable la circunstancia política– y Murcia.

Esos tres conjuntos de hechos forman parte del entramado que estas pequeñas reflexiones pretenden poner de relieve. Sea el juego de manos de los BIC «desaparecidos» el anzuelo, el cuento –más bien el cebo– la aparente estabilidad del esfuerzo laboral vinculado al sector cultural, del que desconocemos los datos precisos acerca de los recursos humanos dedicados al cuidado del patrimonio, y el sedal el motor económico que las visitas turísticas culturales representan.

El engaño y el golpe

Dicho así, puede parecer que este texto trata de emular a Émile Zola, blandiendo un J’accuse ante el presidente Félix Faure, para defender a una especie de Alfred Dreyfus ofendido que sería el patrimonio histórico y artístico, en peligro de desaparición. Pero nada más lejos de la realidad. Se trata solo de limitarse a conectar los puntos para tratar de atisbar el dibujo oculto que está detrás de ellos.

Veamos. La primera lección que este paseo numérico nos enseña –y probablemente la de mayor calado– es que, pese a que en ocasiones pueda parecer que no es así, la mera idea de patrimonio cultural involucra a muchos elementos, en apariencia heterogéneos, pero que actúan en torno a esa herencia como partes interesadas (stakeholders, en terminología à la mode), y su interacción ha de venir orquestada como si se tratase de un partido de fútbol: obviamente, cada equipo trata de ganar y el árbitro de limitar o castigar las infracciones al reglamento, pero todos los implicados han de aceptar ese conjunto de normas para poder jugar. Por ello, el major patrón de actuación en beneficio del propio patrimonio en sí (del fútbol, en la metáfora) es que todos colaboren en la medida de lo posible para que la cosa funcione.

Es de justicia hacer aquí mención de un texto notable, que sirve para presentar la segunda lección de este baile estadístico. Aunque ya tiene más de dos décadas, Julio Grande Ibarra publicó en la revista Estudios Turísticos 21 un artículo titulado «Análisis de la oferta de turismo cultural en España». En la página 16 menciona, haciéndose eco de las ideas de Llorenç Prat, uno de los más destacados teóricos de la antropología social en el terreno conceptual del patrimonio, en su ya clásico libro Antropología y patrimonio 22: la dimensión semi-artificial del elemento patrimonial en sí:

[…]el patrimonio es una construcción social. Este hecho implica que no existe en la naturaleza, sino que es «un artificio, ideado por alguien, en algún lugar y momento, para unos determinados fines, e implica, finalmente, que es o puede ser históricamente cambiante, de acuerdo con nuevos criterios o intereses»[…]. Dicho de otra manera, el patrimonio no es algo que existe por sí mismo, ni los bienes alcanzan la categoría de bien patrimonial por propiedades innatas, sino que su «generación» (y su desaparición) responde a la intervención de diferentes agentes sociales generalmente relacionados con los grupos hegemónicos.

O bien, con otras palabras: grupos de presión, intereses más o menos espurios (o perfectamente legítimos) y la propia evolución histórica pueden modificar el valor que se presta tanto al cuidado como al señalamiento y delimitación de instrumentos protectores del patrimonio.

Otra enseñanza que se desprende de lo visto en este metafórico «film» que aquí se narra es la imperiosa necesidad de que cualquier sociedad que construye –en el sentido expresado más arriba– su patrimonio cuente con artefactos suficientes y fiables para delimitar el campo en el que la herencia patrimonial ha de situarse. Y va la explicación. En 1998, Estocolmo albergó la «Conferencia intergubernametal sobre políticas culturales para el desarrollo» convocada por UNESCO 23. Entre los objetivos políticos, haciendo referencia a aquellos que los diferentes estados participantes deberían tender a adoptar, el apartado 3.3 dice, literalmente:

Fortalecer el estudio, el inventario, el registro y el catalogamiento del patrimonio, incluida la tradición oral, para posibilitar el diseño de instrumentos adecuados y eficaces para la ejecución de políticas de conservación tradicionales y científicas al mismo tiempo.

Lo que sitúa el punto de mira, indudablemente, en el factor educativo. Se necesita una academia sólida, respaldada por unos principios científicos intachables, que sea capaz de preparar no solo a especialistas teóricos, que a modo de ourovoros ingieran sus propias colas perpetuando un statu quo en el que la máxima aspiración de quien se forma es la de llegar a ser formador para, a su vez, formar a otros y eternizar de esa manera el ciclo, sino también a futuros profesionales perfectamente armados para acometer la tarea de dignificar y tratar adecuadamente, cada uno desde su puesto, la herencia cultural colectiva.

Es ese aspecto del tema –el aprendizaje– probablemente el núcleo de este discurso. Porque, en realidad, el respeto y la asunción de responsabilidades particulares en el cuidado y la protección del patrimonio no pueden (no deben) quedar circunscritos a los círculos universitarios: los edificios se empiezan a construir desde los cimientos, y el niño o la niña que hoy aprende en el colegio la importancia de preservar los edificios esos tan viejos y destartalados del centro de su ciudad mañana será hombre o mujer con preparación para respaldar las iniciativas de conservación y salvamento. No es cuestión de cifras, sino de implicación. Joaquín Prats 24 da la clave, al hablar de ello.

El cambio hacia un mejor tratamiento escolar del patrimonio ya se está produciendo, pero no debe suponer sólo la posibilidad de aumentar el número de visitantes en las instalaciones. Deberíamos plantear, no sólo cuantos van, sino cómo van y que obtienen de las visitas. No debería hacerse una opción únicamente cuantitativa, sino que se debería tener como prioridad la dimensión cualitativa. Y esta visión se debería configurar como un indicador de calidad y, por lo tanto, de éxito. Se debe plantear la visita de los escolares al yacimiento, al monumento o al museo, de manera didácticamente correcta, lo cual quiere decir que el uso que harán de la instalación ha de encaminarse para su educación y para su formación personal y civil.

Al parecer, el panorama español es al respecto bastante alentador, y aparenta seguir adecuadamente las directrices expresadas por UNESCO 25. En un artículo de 2015, Fontal Merillas e Ibáñez Etxeberria 26 dicen:

En educación patrimonial, España se sitúa como un país de referencia internacional, en tanto cuenta con dos potentes instrumentos, de corte institucional, que se están impulsando desde el propio Gobierno, a través de órganos que coordinan al Estado y a las CCAA: el Plan Nacional de Educación y Patrimonio, por una parte y el Observatorio de Educación Patrimonial en España, por otra.

Instamos al lector, ávido de información, a repasar el artículo aquí referido, que es prolijo en detalles sobre el funcionamiento de ambos artificios, conocidos, respectivamente, como PNEyP y OEPE en el argot funcionarial. Sin embargo, en las conclusiones de su artículo 27 afirman:

Todos estos datos no hacen sino corroborar la necesidad de un seguimiento y medición constantes de la educación patrimonial para generar programas educativos sólidos, sustentados sobre principios psicopedagógicos, capaces de objetivar y, en consecuencia, medir las acciones en materia de educación patrimonial que se generan en nuestro país.

Es decir, que no basta con diseñar desde las administraciones públicas instrumentos orgánicos que permitan aquilatar la validez de las soluciones adoptadas que, si bien son idóneas sobre el papel –sufrido soporte que todo lo aguanta, como es bien sabido– no necesariamente han de serlo en la realidad. Además, es perentorio, pese a las afirmaciones, optimistas, por la fecha en que se hicieron, de un artículo, publicado hace más de una década, cuando el sistema universitario español comenzó a dotar a los estudios de Turismo de corporeidad académica real 28, en el que se afirmaba, no sin razón, que…

[…]en lo que se refiere a la investigación académica en temas turísticos, esta también ha resurgido en los últimos años, y es de esperar que progrese en su camino hacia niveles de excelencia en los próximos 29[…]

…aunque matizado unos párrafos después 30, considerar lo que Fontal e Ibáñez subrayaron en su texto: sin seguimiento, medición y ajuste feedback perpetuo, ningún plan, por bienintencionado que esté, llegará a buen término.

Y ello sirve para dar paso a otra faceta muy significativa: los fuertes lazos entre una sociedad preparada para cuidar su herencia cultural y un aprovechamiento económico bien dirigido de esos elementos mediante su puesta en valor para un mercado turístico cada día más global, preparado y diversificado.

Catherine Magnant no yerra al poner de relieve la enorme cantidad de recursos económicos tras de los cuales se esconde como propulsor el patrimonio común europeo. Más de ocho millones de puestos de trabajo comen, en todo o en parte, de lo que el fenómeno de la visita cultural mueve a su alrededor. Pensemos no solo en el conservador del sitio arqueológico o en el vigilante de sala en un museo, sino incluyamos también al vendedor de helados próximo al Louvre y al librero que tiene su negocio al final de la Via de la Conciliazione y comercializa biografías de san Juan Pablo II.

La mandataria de la UE hace hincapié en un hecho importante: la necesidad de transformar los trabajos relacionados con el patrimonio en puestos laborales no precarios, estables, respaldados por una adecuado y consistente corpus curricular. Aunque ella no lo menciona, es obvio que tal necesidad ha de ser satisfecha partiendo de recursos humanos correctamente educados, mediante planes cuyos objetivos estén bien próximos a la realidad cotidiana, sin perder de vista el trasfondo científico y teórico necesario. Nada de experimentos caseros con niños cantando excelencias de los monumentos como quien recita la tabla de multiplicar del nueve, ni de uso del patrimonio como ariete para marcar diferencias –de esa tela, en España tenemos varios trajes–. Nada, tampoco, de usar el legado cultural como divertimento caro para una sociedad hedonista, ni de recluirlo en las sacristías universitarias para que unos historiadores formen a otros, sin atisbos de acercarse a pie de obra más que para tomar fotos y medidas.

Quien ama su patrimonio, se ve fuertemente compelido a defenderlo. Quien lo conoce, lo ama, porque ve en él la huella de los que antes de su propia existencia subsistieron, lucharon y habitaron en la pequeña parcela del mundo donde le ha tocado vivir.

Epílogo

Crecida esta «peli» hasta un tamaño respetable, no se trata de bajar de golpe el telón, ni de apagar el proyector sin avisar. Cual si de un corolario se tratase, un par de reflexiones finales, al hilo de la más reciente actualidad; no en vano, Legatum busca deliberadamente estimular ese proceso mental en sus lectores, y un sitio como este, que aspira a no morir de inanición por pura inmovilidad –ya se sabe que esa suele ser enfermedad terminal en muchos blogs y páginas web–, necesariamente no puede ignorar algunos hechos.

Los movimientos sociales denominados popularmente Black Lives Matter (BLM) 31 y Critical Race Theory (CRT) 32, con un componente más popular –populista, si se desea– y violento el primero de ellos, y más intelectualizado y asentado en los estamentos educativos de todos los niveles el segundo, están contribuyendo de forma muy notable a dañar, en algunas ocasiones de manera casi irreparable, valores patrimoniales importantes, y todo ello con el aplauso, si no la instigación, de un segmento numéricamente relevante del grupo humano en el que se desarrollan. Si bien resulta difícil percibir la diferencia conceptual entre las espantosas escenas en las que los talibán, en 2001, dinamitaban los Budas de Bamiyán, que habían sobrevivido a 1.500 años de vandalizaciones y barbaridades bélicas, y la eliminación de las estatuas de Sir Francis Drake y Lord Nelson en la universidad Goldsmith por quejas de sus estudiantes 33, sugerimos tratar de contemplar visiones contrapuestas al respecto de dos medios que no pueden tener filiaciones más diversas: The Heritage Foundation 34 y The New York Times 35; entre otros motivos, por hacer bueno el lema de san Jerónimo: sapiens, ut loquator, multo prius consideret. O, lo que viene a ser lo mismo, hay que informarse adecuadamente antes de opinar.

La segunda, y postrera, coletilla, es simple: este texto es la prueba de que el enfoque digital para el acercamiento a la Historia del Arte y a sus fines (Digital Art History, DAH, o HAD), incluyendo entre ellos la protección del patrimonio, es más poliédrica de lo que a simple vista pudiera pensarse. Quienes nos dedicamos a estos menesteres sabemos del desdén, cuando no animadversión, con que algunos estamentos y personajes tratan nuestros esfuerzos académicos en ciertas ocasiones. El planteamiento de este no tan conciso –aunque lo pretendía ser– texto puede servir para ayudar a demostrar que la HAD no trata únicamente de extraer conocimiento nuevo mediante técnicas estadísticas y cálculos de agrupamiento, sino, además, de utilizar el más armónico que estridente ballet de los números para navegar en los agitados mares de las cifras que suelen utilizarse con excesiva frecuencia como parapeto antes que como bisturí para diseccionar las complejidades de la aplicación de las políticas culturales.

Como a muchos otros, nos mueve la búsqueda científica y verificable de la verdad. Sirvan estas líneas para, parafraseando y pirateando a Jorge Manrique, «avivar el seso y despertar al alma dormida».

References

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Notes

  1. El título se tradujo en España como «El golpe».
  2. Al respecto del significado del término se debe consultar Wikipedia 2021, que menciona el diccionario de terminología de béisbol de Paul Dickson, para precisar que, en la película, la expresión  hace referencia a las carreras de caballos, cuando un apostante llega a la ventanilla demasiado tarde para hacer una apuesta, debido a que la carrera ya ha comenzado, por lo que se dice que el apostador está «shut-out» o «excluido»; al tratarse de una suerte de juego de trile, podríamos decir que es una estafa o un engaño.
  3. Se puede averiguar más acerca de la estructura en una breve paginita –Hannigan 2017– que da detalles al respecto.
  4. Sin autor, 2018.
  5. Según Banco Mundial (2021), la población activa total de la UE en 2020 era de 214.415.439 personas, por lo que la cifra relativa rondaría el 3,7%.
  6. Sin autor, 2018, 192; no deja de ser significativo que figure también como título del artículo.
  7. Al menos consta un intento serio, el de García Herrera (2001), de reemplazar el barbarismo por algo más apropiado; en este caso, «elitización»; mientras tanto, parece que no queda más remedio que acogerse a lo mejor identificado en el contexto académico.
  8. Sin autor, 2018, página 193.
  9. Europa Press (2018)
  10. «Según el artículo 335 del Código Civil, se consideran bienes muebles los susceptibles de apropiación que no sean considerados (sic) inmuebles, y en general todos los que se puedan transportar de un punto a otro sin menoscabo de la cosa inmueble a que estén unidos». Ministerio de Cultura y Deporte. Gobierno de España (2021)
  11. La fuente no especifica si se trata de muebles o inmuebles, aunque el rango de valores induce a pensar que solo se refiere a los segundos.
  12. División de Estadística y Estudios, Secretaría General Técnica (2020).
  13. División de Estadística y Estudios, Secretaría General Técnica (2020), página 60.
  14. En las notas metodológicas, página 55, el Anuario de Estadísticas Culturales 2020 precisa lo siguiente al definir empleo cultural: «conjunto de ocupados de 16 años en adelante que desarrollan una ocupación cultural en el conjunto de la economía o cualquier empleo en sectores culturales. Se han considerado ocupaciones culturales aquellas actividades profesionales con una dimensión cultural tales como escritores, artistas, archivistas, bibliotecarios, etc.». Téngase eso en cuenta ahora y más adelante.
  15. La cita carece de pretensiones de exactitud, y solo se usa como mera referencia.
  16. Europa Press (2018).
  17. División de Estadística y Estudios, Secretaría General Técnica (2020).
  18. Bermúdez Sánchez, Javier (2015), página 254.
  19. Eurostat utiliza ISCED 2011; al respecto, ver UNESCO Institute for Statistics (2012).
  20. Ya que se ha jugado con la metáfora cinematográfica, válganos ahora el guiño a la comedieta The tourist, protagonizada por Johnny Depp y Angelina Jolie en 2010.
  21. Grande Ibarra, Julio (2001).
  22. No figura en la bibliografía por ser ajeno al contenido de este artículo.
  23. UNESCO (1998).
  24. Prats, Joaquín (2001), s/p.
  25. UNESCO (1998), página 11 y siguientes.
  26. Fontal Merillas, Olaia; Ibáñez Etxeberria, Alex (2015), página 16.
  27. Ibídem, página 30.
  28. Ceballos Hernández, Cristina; Arias Martín, Carlos; Ruiz Jiménez, Antonio; et al. (2010).
  29. Ibídem, página 65.
  30. De hecho, afirman que «[…]será necesario, no obstante, emplazar una nueva investigación para dentro de algunos cursos académicos en la que se vuelva a analizar la situación de la formación turística en nuestro país».
  31. «Las vidas negras importan».
  32. «Teoría Crítica de la Raza».
  33. Stephens, Max (2021).
  34. Butcher, Jonathan; González, Mike (2020).
  35. Sin autor (2020).

Citation

APA 7

Cruces Rodríguez, A. (2024) Tomar en serio el patrimonio. Legatum. https://legatum.iarthislab.eu/tomar-en-serio-el-patrimonio/

MLA 8

Cruces Rodríguez, Antonio. «Tomar en serio el patrimonio». Legatum, iArtHis_LAB Research Group, 12 2024, https://legatum.iarthislab.eu/tomar-en-serio-el-patrimonio/

Harvard 1

Cruces Rodríguez, A. (2024) ‘Tomar en serio el patrimonio’, Legatum. Available: https://legatum.iarthislab.eu/tomar-en-serio-el-patrimonio/

ISO 690

CRUCES RODRíGUEZ, A, 2024. Tomar en serio el patrimonio [online], available: https://legatum.iarthislab.eu/tomar-en-serio-el-patrimonio/

Chicago 17

Cruces Rodríguez, Antonio. «Tomar en serio el patrimonio». Legatum, 12 2024. https://legatum.iarthislab.eu/tomar-en-serio-el-patrimonio/

Turabian 8

Cruces Rodríguez, Antonio. “Tomar en serio el patrimonio”. Legatum (12 2024). https://legatum.iarthislab.eu/tomar-en-serio-el-patrimonio/

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