Printed in 21 de noviembre de 2024 Print
El Diccionario de la lengua española 1 define reflexionar como «pensar atenta y detenidamente sobre algo». Y, en tiempos tan revueltos como estos en los que nos ha tocado desenvolvernos, tal vez la acción señalada, «pensar», sea un lujo poco practicable en muchos casos –en especial por la premura de una vida cada vez más acelerada– y en otros un sinsentido, una especie de adorno accesorio que solamente quienes no dedican sus esfuerzos a la dura lucha diaria por la supervivencia pueden permitirse.
Pero no es, o no debe ser, así. Es más, hay que reivindicar el acto de reflexionar como una especie de medicamento preventivo (sugerente metáfora en época covidiana), capaz de hacer frente a la esterilidad de muchos esfuerzos.
En los albores de la vigésimo primera centuria, podría parecer que todo está solucionado, o en vías de estarlo. Esta sociedad se ha dotado de un corpus legislativo potente, flexible, que semeja tener prevista cualquier contingencia; dispone de herramientas lógicas y físicas cada día que pasa más eficientes, precisas y útiles; las relaciones interpersonales ha alcanzado un grado de interconexión que rebasa cualquier frontera espacial, y que sólo encuentra parangón en lo preconizado desde los textos de ficción científica propios de finales del siglo XX; la extensión casi universal, al menos en las sociedades más avanzadas, de las redes educativas aparentan haber podido dotar a los individuos de sólidas herramientas para capacitarlos en cuanto se refiere a saber apreciar el valor de la herencia recibida de tiempos anteriores, considerablemente más duros en lo que atañe a la satisfacción de las necesidades materiales inmediatas.
Podríamos suponer que lo antedicho, amén de dos conflictos de alcance global y un sinnúmero de guerras regionales, cuyo rastro de destrucción ha marcado de manera permanente el devenir de la humanidad, nos han enseñado a no desdeñar la importancia del legado cultural. Tratados, organismos supranacionales, conferencias y cartas declarativas han vertido ríos de tinta –y de electrones, en las pantallas–, intentando tejer una espesa cobertura protectora que impidiera que, por desidia, ignorancia o malevolencia, se causara daño permanente e irreversible a objetos, monumentos, sitios arqueológicos y jardines históricos.
Y, sin embargo, parece que en ocasiones, lamentablemente numerosas, hay elefantes que atraviesan sin romperla la tupida malla defensiva con la que creemos haber envuelto tan valioso tesoro. No faltan, por desgracia, noticias en nuestro más inmediato entorno, en las que un bien de interés cultural resulta lesionado; apetencia por réditos espurios, preferencia del lucro particular sobre la custodia de aquello que es de todos, simple desidia, … ¿Por qué todo ello? ¿Qué hemos olvidado? ¿Qué hemos hecho mal? ¿Qué nos falta? Y, lo que es muchísimo más importante, ¿qué podemos hacer para evitarlo?
En 2021, una universidad española, la de Málaga, su departamento de Historia del Arte y su grupo de investigación iArtHis_LAB dieron un paso al frente, merced a la desinteresada e intensa colaboración de profesores y alumnos, perdidamente enamorados del procomún histórico y artístico y, sobre todo, fuertemente comprometidos con su protección y puesta en valor. Patrimonio herido es el resultado de tan notable esfuerzo.
Pero hacía falta llegar un poco más lejos, poniendo sobre el tablero de juego el recurso intelectual y académico de la publicación científica de vocación epistemológica, de forma que, más allá de la detección de problemas, su localización e identificación, fuera posible aportar calmada reflexión, meditando sobre posibilidades de actuación, propuestas de solución y pautas de trabajo para abordar adecuadamente el asunto.
Legatum aspira a ello. Estamos abiertos a la colaboración y la participación de quienes muestren interés en aportar ideas y contribuir a la mejora de la difusión del patrimonio cultural. Supervisados por un amplio y sólido equipo de profesionales, los artículos deben sumar esfuerzos en esta larga batalla por la valoración y el aprecio de lo que es herencia de todos.
Pero no buscamos texto-denuncia, ni testimonios de tropelías, que por nuestro infortunio podemos encontrar al pasear por cualquier lugar próximo a nosotros, o bien buceando en las páginas de una prensa ya casi mayoritariamente digital. Para esos menesteres disponemos de Patrimonio herido. Estamos interesados en documentos, como venimos diciendo –así reza el motto de este sitio– que profundicen en las raíces ontológicas de las cuestiones y que las aborden observándolas desde un punto de vista lo suficientemente alejado como para permitir considerar los hechos como conjuntos relacionables, vinculados entre sí por factores intrínsecos, ambientales y sociales, y no como meros sucesos singulares aislados. Obteniendo, en suma, un panorama general y tratando de buscar, en consecuencia, soluciones también generales.
En el capítulo titulado «Reflexiones sobre el Valor del Patrimonio Cultural» de La conservación del patrimonio cultural en Costa Rica, Olimpia Niglio 2 afirma que
Esta forma de “comunicación global” sienta las bases para establecer sinergias interdisciplinarias entre ámbitos de estudio que no se encuentran, como los de la ciencia pura con las disciplinas humanísticas, dentro de los cuales se analizan los temas del valor del patrimonio cultural. En realidad, es deseable establecer relaciones estrechas con otras esferas disciplinarias y en cuya intersección sea posible localizar nuevos modelos interpretativos de la realidad, además de interesantes oportunidades y evoluciones culturales.
Y es algo a tomar muy en cuenta. Porque, si bien el desarrollo tecnológico y la red de relaciones entre los diversos actores implicados introduce un factor de complejidad en absoluto desdeñable, constituye al mismo tiempo una ventana de oportunidad espléndida para involucrar a muchas personas e, incluso, instituciones que, de otro modo, permanecerían insensibles, apartadas o incluso escépticas al respecto de lo que, a todas luces, es un camino peligrosamente resbaladizo.
En estas lides, quien no es parte de la solución, es parte del problema. No dejemos pasar la ocasión de ser coprotagonistas en una lucha larga y sin cuartel, pero que dará sus frutos cuando todos y cada uno tomemos conciencia del valor de aquello que es de justicia defender.
References
- 2013) ‘Reflexiones sobre el Valor del Patrimonio Cultural’, in Aguilar Bonilla, Mónica; Niglio, Olimpia (ed.) La conservación del patrimonio cultural en Costa Rica, Aracne Editrice, España. 23-38. (
- 2020) ‘Diccionario de la lengua española, 23.ª ed., [versión 23.4 en línea]’ [online]. Available at: <https://dle.rae.es>. Accessed: 2021-01-01. (
Notes
- REAL ACADEMIA ESPAÑOLA: Diccionario de la lengua española, 23.ª ed., [versión 23.4 en línea]. <https://dle.rae.es> [2021-08-06]
- Niglio, O. (2013), pág. 26